La devoción nace de un noble pedido que le hace un amigo y fallecido del abogado Bartolo Longo, al cual le dijo que propagara el Rosario para que los fieles se salvaran, ya que María lo había prometido a quien lo hiciera, esto en el contexto en que los valores cristianos no se veían en la ciudad de Pompeya, la misma que había sido destruida por la erupción del volcán Vesubio en año 79 de nuestra era.
Bartolo Longo se dió a la tarea de dispensar el mensaje de rezar el rosario, para lo cual recorría casa por casa recomendando el rezo del Santo Rosario, repartiendo imágenes de la Virgen y rosarios para su práctica; aunque su tarea no fue fácil, pues el escepticismo era mayor. Nunca se dió por vencido, y con la fe que le acompañaba se dió a la tarea de reconstruir la capilla y pidió a un convento de Nápoles una imagen de la Virgen María entregando un Rosario a Santo Domingo y Santa Catalina de Siena, otros dicen que inicialmente era la imagen de Santa Rosa de Lima; la imagen estaba tan mal representada que no tuvo ningún éxito para enamorar a los pobladores, entonces debió restaurarle. Puesta sobre el altar de la capillita la imagen empezó a obrar milagros y su devoción se fue esparciendo por la región. Su fiesta se celebra el 7 de octubre con el rezo del Santo Rosario y la Eucaristía en su templo- Pontifica Basílica-Santuario Mayor de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya.
En chile su devoción llegó con las comunidades italianas que sobre la mitad del siglo XX fueron llegando y organizando comunidades de fe; lo que precisó la construcción de una parroquia para atender las necesidades de las comunidades de italianos. A esta parroquia la encomendaron al cuidado de Nuestra Señora del Rosario de Pompeya, o más conocida como parroquia italiana.