Como parte de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible adoptada por todos los Estados miembros de las Naciones Unidas en 2015, los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) son un llamado a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar la calidad de vida de todas las personas.
Sin embargo, a mitad de camino de la implementación de la Agenda 2030, nos encontramos ante retos sin precedentes. Según el Informe 2023 sobre los ODSs, solo el 15 por ciento de las metas de los Objetivos de Desarrollo Sostenible van por buen camino; los avances en otro 48 por ciento son débiles e insuficientes; y nos hemos estancado o retrocedido en más del 37 por ciento de los ODS.
¿Cómo podemos afrontar estos retos? ¿Cómo avanzar hacia la consecución de estos objetivos cuando nos estamos quedando atrás?
Parte de la respuesta está en la migración. Las personas migrantes aportan beneficios importantes a sus nuevas comunidades a través de nuevos conocimientos, contribuyendo al mercado laboral, y trayendo inversiones y diversidad cultural. También desempeñan un papel en la mejora de la calidad de vida en sus países de origen mediante la transferencia de competencias y recursos financieros, lo que contribuye a resultados positivos de desarrollo.
Algunos datos sobre el potencial de la migración para el desarrollo:
- Datos recientes demuestran que cada 1% adicional de inmigración puede impulsar el crecimiento del PIB en un 2% en los países de destino. (FMI, 2020).
- Desde el 2015, las remesas han sido una de las mayores fuentes de flujos de financiación externa para los países de ingreso medio-bajo (Banco Mundial, 2021).
- Las remesas son un salvavidas en tiempos de crisis. Superan los $831 mil millones al año en todo el mundo. (Banco Mundial, 2023).
- Estudios en 38 países demuestran que las personas migrantes, incluidas aquellas en situación irregular, aportan más en impuestos de lo que reciben en beneficios individuales (OECD, 2018).
Sin embargo, si la migración no se gestiona de manera adecuada, puede afectar al desarrollo negativamente. Las personas migrantes pueden correr peligro, las comunidades pueden sufrir tensiones y los avances en materia de desarrollo pueden verse afectados. Por eso es fundamental incluir a las personas migrantes en nuestras comunidades.
La medida en que las personas migrantes pueden contribuir al desarrollo está directamente relacionada con su capacidad para acceder a servicios básicos, integrarse en la sociedad y permanecer conectadas con sus comunidades de origen. Por ejemplo, cuando las personas migrantes tienen acceso a derechos como el trabajo digno y la asistencia sanitaria, los Estados pueden recaudar ingresos fiscales con más facilidad, impactando positivamente en los sistemas de seguridad y protección social para el país.
La inclusión y la cohesión social son valores básicos que benefician tanto a las comunidades como a las personas migrantes. Las percepciones sobre las personas migrantes tienden a polarizarse más en momentos de incertidumbre económica y conflicto. Los efectos de una pandemia global también han agudizado la desconfianza y el hiperindividualismo. Como resultado, los gobiernos pueden sentirse presionados para limitar la migración, incluso cuando persiste la falta de mano de obra en el mercado laboral, y a pesar del reconocimiento durante la pandemia de COVID-19 de que la migración es necesaria y valiosa.
Las personas migrantes desempeñaron un papel clave en la respuesta a la pandemia, especialmente en sectores como la salud pública y la agricultura. Además, las remesas continuaron contribuyendo a pagar la educación, la alimentación y los negocios, y resultaron clave para salvar vidas. Las remesas mantuvieron un flujo de recursos incluso cuando la inversión y la ayuda a los países de ingreso medio-bajo dejaron de estar disponibles.
La mayor parte de la migración es segura, regular y ordenada, y no sólo es inevitable sino también beneficiosa. Ha mejorado las vidas de innumerables personas, familias y comunidades de origen y de acogida. No deberíamos centrar nuestros esfuerzos en tratar de detener la migración, sino más bien en crear condiciones en las que la migración sea una opción y no una necesidad, se lleve a cabo a través de canales regulares y actúe como catalizador del desarrollo.
Esta visión se concreta a través del Pacto Mundial para la Migración Segura, Ordenada y Regular (PMM). El PMM ofrece una hoja de ruta para incluir a las personas migrantes en los esfuerzos para el desarrollo sostenible, reduciendo los riesgos de la migración y aprovechando sus oportunidades. La adopción del PMM, que tiene sus raíces en la Agenda 2030, y la creación de la Red de las Naciones Unidas sobre la Migración, crea un nuevo impulso para alcanzar los ODS al abordar los desafíos y proporcionar acciones para fortalecer la contribución de las personas migrantes y la migración.
Una de las promesas centrales de la Agenda 2030 es no dejar a nadie atrás. La Agenda 2030 y sus ODS buscan la paz y prosperidad para todas las personas, por lo que las personas migrantes y la migración deben tenerse en cuenta en todos los aspectos de la aplicación de los ODS y sus metas.
Dado que la migración es un hecho inevitable, la prioridad debe ser facilitarla, no restringirla, al igual que ampliar las posibilidades para potenciar el desarrollo humano a través de la movilidad. La Agenda 2030 respalda esta visión inclusiva de la migración. Los Objetivos de Desarrollo Sostenible, si se implementan efectivamente, podrían ayudar a impulsar la gobernanza migratoria y la cooperación a nivel local, nacional, regional y global para beneficiar a todas las personas.
Las personas que migran (1 de cada 8 individuos en el mundo) deben ser una parte integral de la solución. La migración bien gestionada es clave para el desarrollo sostenible, la prosperidad y el progreso. OIM
